REDONDILLAS
Vanse los años de mí;
ya viendo lo que deseo,
ya deseando lo que veo,
ya perdiendo lo que vi.
Sabe Amor buscar con qué
renovar mi sufrimiento,
descubrir nuevo tormento,
mas no quebrantar mi fe.
Tanto puede mi constancia
que aunque eterno en males peno,
no halla Amor dulce veneno
que del cielo haga mi estancia.
Hacen tesón y esperanza
de mi seno su vivienda,
de mi daño Amor su hacienda,
y no hay dable así mudanza.
Necio, en negro sueño fundo
tocar el divino cielo,
no veo es mi patria el suelo,
y más en él aún me hundo.
Muerto vivo al mal sujeto,
tristes hacen mis despojos
gozo en los que negros ojos
son de mi amor cruel objeto.
La calma no hallo en mi mar,
quiebra el viento flébil ala,
y el destino me señala
con otro mal, nuevo pesar.
Tan atado estoy al miedo,
tal me acomete tristeza,
tal es mi grande flaqueza
que ni defenderme puedo.
Violento peso sostiene
este pecho en su tormento,
mas no desiste en
su intento
aun cuanto más sufra y pene.
Vago y lloro sin descanso,
no alcanzo a ver día bueno,
es descanso lo que peno
y en buscar mi mal me canso.
Tan cruel es amor esquivo,
tan grande hace desconcierto,
que vivo me trae cual muerto
y muerto me hace estar vivo.
No puede el verbo decir
a dó alcanza el daño mío,
mas quiero en mi desvarío
sea mi bien mi sufrir.
No mi mal frena o descansa,
no halla mi penar reposo,
es mi daño riguroso,
y nunca el dolor se cansa.
La forma ya perdí de hombre,
y aun sin dar el que postrero
será paso, en pasos muero
y soy sólo un triste nombre.
En las sombras del olvido
yazco de bienes desierto,
mejor me fuera ser muerto
que sin luz vivir perdido.
Tal vivo, tal desespero
en vano bien fugitivo,
que no vivo porque vivo
y muero porque no muero.
Luis Varela